Y ahora le llegó el tiempo a un autor muy querido por mí que
es don Miguel de Unamuno.
Dentro de su extensa obra se encuentra un libro que yo regalé a alguien hace ya treinta años sin siquiera haberlo leído, basándome únicamente en el resumen que
figuraba en la contratapa. Aquel joven que yo era se prometió leerlo algún día.
Y bien, la promesa fue cumplida varias décadas después.
Ese libro es Niebla.
Unamuno acostumbra recorrer un camino plagado de ideas complejas. Cuando aborda un tema lo muestra del derecho y del revés, lo expone de varias formas. Analiza y desmenuza esos problemas que se
presentan en lo más profundo de la conciencia. Se pregunta y se responde, arremete contra esos asuntos que todos deseamos enfrentar pero de los que huimos por
difíciles e inexplicables.
Una primera afirmación tiene que ver con nuestra vida. Dice que debajo o aparte de
nuestra existencia hay otra en sentido contrario. Nos movemos constantemente entre
la realidad y la ficción. ¿ Acaso no hay momentos en que nos preguntamos si es
esto un sueño o la vida real?
Don Miguel tiene la sensación de que todo lo que hablamos o
expresamos de cualquier modo, e incluso
lo que se piensa, es mentira. Mentimos todo el tiempo, a los demás y a nosotros
mismos. Define a la mentira como un producto social, tenemos que sostener una farsa para poder seguir siendo una sociedad.
En otro pasaje incursiona en el gran tema, que es el amor. El amor, dice,
hace doler el alma y gracias a él el alma se siente, se toca. Lamentablemente el piensa que nunca
se sabe cuando se está enamorado. Solamente se cree que se lo está.
El amor es pariente
de los celos, afirma. O más bien hay amor porque hay una sociedad con muchos hombres y
mujeres. Sin sociedad sería imposible que un hombre se enamorara de una mujer.
Bastante cómica resulta una idea del autor, y aprovecho para decir que
esta es una obra donde abunda el humor. Según Augusto, que es el personaje
protagonista de la novela, las mujeres tienen todas una sola y misma alma.
Todas son una sola y misma mujer. Al enamorarse de una de ellas, el hombre se
enamora primero de la mujer, es decir de todas. Y luego cuando se encuentra con
otra al azar se siente de nuevo enamorado. Claro, pues es la misma que la
anterior y así sucesivamente.
Para mi, la mejor parte de la obra es cuando Augusto se
encuentra con su autor, el mismo Unamuno. Es decir que Unamuno aparece en la
obra dialogando con su creación. Escritor y personaje de ficción se ven frente
a frente.
En ese momento Unamuno le dice a Augusto que sencillamente
no existe, que es solo un personaje, su creación.
Comienza entonces una confusión ente la ficción y realidad,
entre sueño y vigilia. Esa es la concepción que tiene Unamuno del mundo.
Todo es la niebla, donde todo lo existente parece verse, pero no se ve, no
se sabe lo que hay más allá, las formas se adivinan, y luego de verlas desaparecen
en la bruma.
Por un lado hay determinismo: Algo o alguien crea un personaje
que cree que existe. Lo hace pensar y hacer todo a su antojo. Ese personaje no
hace nada independientemente. Esta teoría dice de que el hombre es creado por un ser superior y no puede
hacer ni hace nada por si mismo.
Por el otro la idea del libre albedrío, el personaje cobra
vida propia y decide. Y hasta imagina que es él quien ha creado al autor de sus
días.
En esta confusión permanente navega la historia de la
humanidad: verdad, ficción, engaño, sueño, niebla…
En este estado no se puede saber si vivimos verdaderamente o
somos solo sueños de otro. La súplica de Augusto lo dice todo: °¡Quiero ser yo,
ser yo!° No tiene sentido vivir si no se tiene identidad, autonomía, si no
somos protagonistas de la propia vida.
Algo sin embargo une a los entes de ficción y a los entes
reales: todos moriremos. A pesar de la ansiada inmortalidad , del supremo
esfuerzo que hacemos para perdurar por siempre, todo acaba. Como una historia
de mentira, por más que la creamos real, esta acabará finalmente.
Unamuno acaba esta novela exponiendo brillantemente el
pensamiento…¡ del perro del protagonista!
El animal, llamado Orfeo, contemplando a su dueño muerto
dice: “Se muere todo, pero peor aún, todo se me muere”. Esto nos deja desolados, todo es finito y
termina algún día, en algún lugar.
Sigue pensando el perro y reflexiona que el hombre no sabe
lo que quiere, no hay modo de saber lo que quiere, siempre parece estar en otra
cosa que en lo que está. Ni mira lo que mira. El habla o el lenguaje le sirve
para inventar lo que no hay, no para fijarse en lo que hay. Cuando le ha puesto
un nombre a algo ya no ve este algo, no hace sino oír el nombre que le puso o
verlo escrito. El hombre es un animal enfermo, siempre está enfermo, salvo
cuando duerme, y sueña.
¿ Habrá otro mundo tal vez, donde hombres y animales vivan
en un ámbito de ideas puras, el mundo puro platónico, donde está todo aquello
que hablábamos y soñábamos, donde todo es verdad y nada es ficticio? ¿ Habrá un
mundo donde el espíritu se purifique, donde no estará ya la niebla tenebrosa,
todo sea claridad, lleno de colores puros?
Son las preguntas sin respuestas que nos deja Don Miguel.
Pero bien vale la lectura de su obra para quedarnos pensando en ellas.
Espero que aprovechen este estupendo libro, desde ya les recomiendo
su lectura.