sábado, 3 de diciembre de 2016

EL CONDE DE MONTECRISTO

Este es un espacio para compartir historias, viajes y por que no también algunas lecturas que hago y que me dejan alguna huella.
Hoy es el turno de El Conde de Montecristo, obra por demás conocida de Alejandro Dumas. No voy a cometer la torpeza de hablar del autor y mucho menos de hacer un análisis del libro. Solamente voy a relatar lo que se grabó en mi mente despúes de esa lectura. Sólo impresiones simples, nada de relatar la historia.

Es una obra muy extensa, de fácil lectura que permite una digestión rápida de la novela. Se centra en la trágica historia de un marino llamado Edmundo Dantés.


Este texto nos instala una idea : “confiar y esperar”. Siempre hay que esperar que la vida nos ofrezca una salida, una escapatoria. Esa alternativa hay que pensarla y pensarla, y luego actuar, confiando que siempre la vida nos la dará. Sólo hay que ser muy fuerte para resistir el ahogo, la oscuridad y sobre todo, los recuerdos del pasado que en esos momentos de infortunio tanto nos atormentan.



En la obra, como en casi todas, coexisten varias historias. Por un lado una de amor, que no termina nada bien para los dos amantes, aunque uno de ellos reencuentra el cariño en otra persona, muchos años después de que el primer idilio hubiera naufragado.

Hay una historia de envidia. Entendemos bien porqué los estudiosos cristianos lo ubicaron como el primero de los pecados capitales. Nada hay más aborrecible que el envidioso. Principia por ser un sujeto insignificante y  como es lógico se siente menos ante los demás. Pero en vez de intentar aprender de otros y progresar ( lo que Ingenieros llamaba la virtud de la emulación ) lo único que planea es destruir al que le hace sombra. Y por supuesto, el envidioso casi siempre es ambicioso. Por lo tanto las dos características lo hacen el peor de los individuos.
Luego encontramos al celoso. Aquel que estando enamorado de alguien desea poseerlo para sí, pero se dá cuenta de que ése ama a un tercero. Los celos se apoderan de él y varias veces pasa por su mente acabar con el rival. 
Uno de los personajes es muy vulgar, afectado por la brutalidad. Es esta una de las desgracias más comunes de todos los tiempos. Son los seres incapaces de comprender un sentimiento, de ponerse en el lugar del otro, de intentar aprender algo. Hacen las cosas que les dicen los demás, aquellos a quienes estos brutos obedecen ciegamente, gente que por cierto son ladinos y especuladores, personas de malas intenciones, pero muy inteligentes que saben influenciar bien a los brutos.

Anoté los principales temas del libro: amor, venganza, perdón, riqueza, pobreza, desesperación, honor, inteligencia. Creo que con estas palabras se resumen muy bien las cimas de la novela.


Me puse a reflexionar sobre si el paso del tiempo borra las heridas del alma. Por un lado, no es posible olvidar aquello que nos hizo sufrir, pero a la vez las personas que nos provocaron ese dolor a veces a conciencia, nos olvidan pronto. El humillado jamás olvida, vive en el rencor y sueña todo el tiempo con la venganza. El ofensor en cambio sigue su vida sin siquiera sentir el ahogo de su conciencia. O eso cree el mismo hasta que tiene delante de sí al pasado, y este le atraviesa el pecho con su daga.


Si no es nuestra conciencia la que nos acecha en las sombras, es el conde de Montecristo quien está preparando, en algún lugar, el momento de cobrar venganza por las afrentas que hemos cometido, por nuestras injusticias, por nuestras malas acciones. Debemos pensar si hemos dañado a alguien y, en la medida de lo posible, tratar de enmendarlo o, si no podemos, pedir perdón. Entonces el conde, Edmundo, volverá a su barca y navegará tranquilo buscando su propio horizonte. El será libre por fin y nosotros habremos sido y seremos, mejores individuos.   
Y para terminar, un párrafo que marqué, que nos habla de esos contrastes necesarios ya que para  entender mejor o para disfrutar  algo bueno es preciso muchas veces haber sufrido su ausencia :“ Solo el que ha experimentado el colmo del infortunio puede sentir la felicidad suprema. Es preciso haber querido morir para saber cuan buena y hermosa es la vida”.

Espero que lo lean y lo disfruten tanto como yo.